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La cadena de valor de las fragancias

Cul­ti­va­do­res, cien­tí­fi­cos, per­fu­mis­tas crea­ti­vos y pro­pie­ta­rios de mar­cas tra­ba­jan con­jun­ta­men­te para que una sola fra­gan­cia lle­gue a miles de millo­nes de personas.

Una red mundial de especialistas

Des­de los cam­pos y los tan­ques de fer­men­ta­ción has­ta las velas per­fu­ma­das y las toa­llas recién lava­das, cada fra­gan­cia pasa por una cade­na de espe­cia­lis­tas. Agri­cul­to­res, bio­tec­nó­lo­gos, quí­mi­cos, per­fu­mis­tas, fabri­can­tes de bie­nes de con­su­mo y mino­ris­tas apor­tan cono­ci­mien­tos, valor y crea­ti­vi­dad antes de que una fra­gan­cia lle­gue a la vida coti­dia­na de las personas.

Value chain

Una cadena de valor interconectada

Obten­ción de mate­rias pri­mas para fra­gan­cias
Una fra­gan­cia empie­za con las mate­rias pri­mas. Recur­sos natu­ra­les como los péta­los de rosa búl­ga­ra, las cás­ca­ras de cítri­cos mexi­ca­nos o el sán­da­lo aus­tra­liano cul­ti­va­do de for­ma sos­te­ni­ble con­vi­ven con molé­cu­las sin­té­ti­cas dise­ña­das con pre­ci­sión y pro­du­ci­das a par­tir de mate­rias pri­mas petro­lí­fe­ras o bio­ló­gi­cas. La pale­ta com­bi­na­da pro­te­ge la bio­di­ver­si­dad, garan­ti­za una cali­dad cons­tan­te y ofre­ce a los per­fu­mis­tas toda la gama de posi­bi­li­da­des olfativas.

Crea­ción de ingre­dien­tes y mez­clas
Los fabri­can­tes espe­cia­li­za­dos des­ti­lan, extraen, fer­men­tan o sin­te­ti­zan esos mate­ria­les en ingre­dien­tes de fra­gan­cia de gran pure­za. Los per­fu­mis­tas ‑a menu­do deno­mi­na­dos nari­ces”- mez­clan doce­nas o inclu­so cien­tos de ellos en un con­cen­tra­do que satis­fa­ce las ins­truc­cio­nes del clien­te, fun­cio­na téc­ni­ca­men­te en un pro­duc­to y cum­ple todas las nor­mas IFRA para un uso segu­ro. A con­ti­nua­ción, se dis­tri­bu­yen a las empre­sas consumidoras.

Lle­var la fra­gan­cia a los con­su­mi­do­res
Las empre­sas de bie­nes de con­su­mo dosi­fi­can el con­cen­tra­do en fra­gan­cias finas, cos­mé­ti­cos, deter­gen­tes, pro­duc­tos para el cui­da­do del aire, velas y otros. A con­ti­nua­ción, los mino­ris­tas y los cana­les de comer­cio elec­tró­ni­co colo­can esos pro­duc­tos per­fu­ma­dos en hoga­res, luga­res de tra­ba­jo y espa­cios públi­cos, com­ple­tan­do una cade­na de valor que va de la molé­cu­la al recuer­do. Los eco­no­mis­tas del sec­tor des­cri­ben las tres eta­pas ante­rio­res como la cade­na de valor estre­cha”; si se tie­nen en cuen­ta tam­bién los pro­duc­to­res y el comer­cio mino­ris­ta, se for­ma la cade­na de valor amplia”, que refle­ja toda la hue­lla socio­eco­nó­mi­ca del sector.